
blog sobre mi experiencia como maestra de infantil en el colegio público Carmen Sedofeito de Chiclana, Cádiz
martes, 30 de marzo de 2010
ENCENDERÉ UNA VELA AZUL: 2 DE ABRIL

Encederé una vela azul,
Pintaré de azul la primavera,
por tí, Erik, que escuchas crecer la hierba.
Encenderé una vela azul
para leer en la noche tu diario, Agus.
Me crecerán alas azules para volar
junto a Natalia, la princesa de las alas rosas.
Me subiré a un cohete azul
que me lleve a la luna y con Julen vuel...VA.
Encenderé una vela azul
que ilumine la esperanza de Facu.
Daré pinceladas de azul al fin
a tu camino, valiente Valentín.
Se teñirá de azul en mi jardín
una flor llamada Jazmín.
Encenderé una vela azul, Cristina,
por tu mundo, por tu sonrisa.
Azul será el sendero que recorreré
por tí, mi amigo Ginés.
Hasta Canadá iría
para pintar de azul la nieve
que con sus manitas toca
mi pequeño Nicolás.
Encenderé una vela azul,
que en la noche más oscura
te ilumine Celia,
ilumine tu sonrisa y tu dulzura.
Encenderé una vela azul.
(31 de marzo de 2010) Ayer publiqué esta entrada pero debí dejarlo y no terminé. Quiero deciros que estos humildes versos se los dedico con todo mi corazón a estos/as niños/as que me llenan el alma. Gracias os doy a los papás y a las mamás por vuestra amistad.
martes, 23 de marzo de 2010
EL MIEDO EN LA INFANCIA
A mí y a cualquier maestro/a de infantil siempre se nos plantea cómo encauzar el miedo en los/as niños/as de esta edad. Lo primero es saber qué es el miedo, cómo se produce, qué consecuencias tiene en los/as niños/as de 3 a 6 años.
La infancia es un mundo lleno de sentimientos al que la escuela, por falta de tiempo, no suele dar cabida. El alumnado tiene necesidad de exteriorizar sus sentimientos y emociones para autoafirmarse como individuos y liberándose de la carga emocional ser aceptados por los demás dentro del grupo.
Sabemos que los sentimientos nos sirven para conocernos mejor, nos dicen lo que es importante para nosotros, lo que ocurre, lo que queremos. Estos sentimientos, buenos o malos, son nuestros amigos, debemos escucharlos, ya que podemos fingir que no sentimos nada, pero si fingimos durante mucho tiempo, llegará un día que no sabremos lo que estamos sintiendo. Solemos fingir ante sentimientos que nos hacen sentirnos mal como el miedo, la soledad, el enfado, la tristeza,...y el retenerlos en nuestro interior nos puede hacer explotar de forma violenta, herir a los demás con palabras y puñetazos e incluso hacernos enfermar. Decir lo que sentimos no hiere a los demás. Si le decimos al otro -"siento miedo"-, le ayudará a conocerme mejor.
Hay una relación directa entre lo que el/la niño/a siente y cómo se comporta. Si un niño se siente mal, se comporta mal, de ahí la importancia de liberar y aceptar los sentimientos. No podemos eludir los miedos porque están ahí, son una realidad para el niño y no los entiende.
No hay que tener miedo al miedo. Afrontar el miedo es crecer.
El mundo infantil está repleto de miedos impuestos por los adultos y otros necesarios para nuestra supervivencia como es el miedo al peligro físico. Ante ésto una pregunta - ¿ Es el miedo algo innato al ser humano o es algo que se aprende del entorno social, de las relaciones interpersonales?.
Podemos tratar el miedo infantil a través de cuentos con los cuales todos nosotros hemos disfrutado de pequeños, como "Blancanieves y los siete enanitos" o "La bella durmiente". Se ha demostrado que no existe peligro en estos tipos de cuentos si son tratados adecuadamente, ya que sacan a escena los miedos infantiles y ayudan a superarlos según Bruno Bettelheim en su reconocido trabajo psicoanalítico de los cuentos de hadas. El/la niño/a libera sus miedos y angustias proyectando en los personajes sus terrores y sus ansiedades.
Texto extraído y reformado de la publicación en una revista pedagógica sobre la experiencia realizada en mi colegio hace unos años por mis compañeras Maribel y Juana y una que escribe.
La infancia es un mundo lleno de sentimientos al que la escuela, por falta de tiempo, no suele dar cabida. El alumnado tiene necesidad de exteriorizar sus sentimientos y emociones para autoafirmarse como individuos y liberándose de la carga emocional ser aceptados por los demás dentro del grupo.
Sabemos que los sentimientos nos sirven para conocernos mejor, nos dicen lo que es importante para nosotros, lo que ocurre, lo que queremos. Estos sentimientos, buenos o malos, son nuestros amigos, debemos escucharlos, ya que podemos fingir que no sentimos nada, pero si fingimos durante mucho tiempo, llegará un día que no sabremos lo que estamos sintiendo. Solemos fingir ante sentimientos que nos hacen sentirnos mal como el miedo, la soledad, el enfado, la tristeza,...y el retenerlos en nuestro interior nos puede hacer explotar de forma violenta, herir a los demás con palabras y puñetazos e incluso hacernos enfermar. Decir lo que sentimos no hiere a los demás. Si le decimos al otro -"siento miedo"-, le ayudará a conocerme mejor.
Hay una relación directa entre lo que el/la niño/a siente y cómo se comporta. Si un niño se siente mal, se comporta mal, de ahí la importancia de liberar y aceptar los sentimientos. No podemos eludir los miedos porque están ahí, son una realidad para el niño y no los entiende.
No hay que tener miedo al miedo. Afrontar el miedo es crecer.
El mundo infantil está repleto de miedos impuestos por los adultos y otros necesarios para nuestra supervivencia como es el miedo al peligro físico. Ante ésto una pregunta - ¿ Es el miedo algo innato al ser humano o es algo que se aprende del entorno social, de las relaciones interpersonales?.
Podemos tratar el miedo infantil a través de cuentos con los cuales todos nosotros hemos disfrutado de pequeños, como "Blancanieves y los siete enanitos" o "La bella durmiente". Se ha demostrado que no existe peligro en estos tipos de cuentos si son tratados adecuadamente, ya que sacan a escena los miedos infantiles y ayudan a superarlos según Bruno Bettelheim en su reconocido trabajo psicoanalítico de los cuentos de hadas. El/la niño/a libera sus miedos y angustias proyectando en los personajes sus terrores y sus ansiedades.
Texto extraído y reformado de la publicación en una revista pedagógica sobre la experiencia realizada en mi colegio hace unos años por mis compañeras Maribel y Juana y una que escribe.
domingo, 14 de marzo de 2010
JUGAR, SIMPLEMENTE JUGAR

En educación infantil quién no ha escuchado nunca -ahí sólo juegan!- y además los/as maestros/as de infantil consideramos el juego como algo imprescindible en nuestras aulas sobre todo para conseguir unos objetivos. Jugando los alumnos/as aprenden. Lo hemos estudiado, lo hemos leído innumerables veces. A través del juego enseñamos, y ante el ataque de aquellos que dicen - en infantil no hacen nada importante, sólo juegan- nos sublevamos porque además vemos en esta afirmación mala intención.
Llegado un tiempo nosotros mismos vamos cambiando, para no escuchar más la anterior afirmación, vamos introduciendo al niño/a en una serie de juegos que buscan una finalidad pedagógica por nuestra parte y nos olvidamos de lo que es verdaderamente jugar para el/la niño/a.
Los/as adultos/as pensamos que el/la niño/a a través del juego se evade de la realidad, vive feliz y ajeno a lo que pasa a su alrededor pero no es así, el niño y la niña se involucra en el juego seriamente sobre todo si en él hay otros amigos, y en este juego interactuará con el otro de forma que sus acciones provocará una reacción en el otro y a veces el juego será placentero y otras veces no,.
Al niño/a la mayoría de las veces no le hace falta nada para jugar y somos los adultos los que nos empeñamos en darle un juguete y nosotros los maestros si es educativo y pedagógico pues mucho mejor.(Con ésto no quiero decir que estoy en contra del juguete pedagógico ni mucho menos).
Hay pueblos y ciudades dónde los ayuntamientos o entidades privadas crean ludotecas, lugares que intentan representar la vida real para que jueguen los/as niños/as,- ¿no sería mejor que pudieran jugar en la calle, en la plaza o en el parque? .
A veces he tenido compañeros que han sacado juguetes al patio durante el tiempo del recreo ya que según ellos los/as niños/as si no es así no juegan, no saben jugar, se aburren.
Lo peor es que nos dejamos llevar y no vemos nada más. A mí me ha pasado, con los años he mejorado, creo, mi labor como maestra, pero he olvidado algunas cosas que en mis inicios de docencia lo tenía bien presente. Es como el adulto que olvidó lo que es ser niño, lo que es tener inocencia.
Olvidé por momentos, pero recuerdo, quiero recordar y no olvidarlo otra vez.
Debo recordar qué quiero promover en el/la niño/a con el juego y quiero facilitarle una interacción con los otros, dónde se vaya descubriendo a sí mismo a través de los otros y participando en él.
Debo recordar que el juego es la vida misma para los niños y las niñas en dónde pueden disfrutar o no.
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lunes, 8 de marzo de 2010
LLORAR Y LLORAR

Cuándo vemos llorar a un/a niño/a tanto los padres como los maestros/as nos podemos preocupar.
Si estudiamos y profundizamos un poco en el desarrollo evolutivo de los niños de esta edad veremos que el llanto se convierte para ellos en una estrategia y que por tanto no debemos asustarnos si aparece sino saber como tratarlo.
Los niños y las niñas aprenden muy pronto que su llanto sirve para manipular al adulto u a otro compañero/a.
Manipula al adulto si descubre que éste no soporta el llanto.
Manipulará a sus compañeros que imitando al maestro/a no soportará tampoco el llanto, así por ejemplo, un niño llorará para que su compañero le ceda el juguete que el otro cogió primero.
Los papás deben saber que si el niño/a llora al entrar en el colegio no significa que sea desgraciado, sino que es el deseo de sentir que uno existe para los otros o el tener ganas de cumplir un deseo que se le niega.
Algunos utilizan el llanto para ejercer el poder, por ejemplo, algunos/as lloran desmedidamente para que la sanción se la lleve el otro, o para aminorar el castigo por haber agredido a otro/a compañero/a. Han aprendido que por llorar son considerados menos culpables, o si lloran al igual que el otro que ha sido agredido por él, el/la maestro/a no sabrá cuál ha sido el verdadero culpable y por lo tanto no sabrá a quién sancionar.
No me asusta el llanto de un niño/a en la clase, o a la entrada, no le doy importancia. He comprobado muy a menudo que si trato de calmarle es peor, llora más fuerte y parece que no tiene consuelo, así que trato de no escucharle (le escucho, claro) pero no le miro ni le hablo, solamente le comunico que cuándo él/ella lo desee se puede incorporar a la actividad grupal sin llorar y me surte mucho efecto.
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